viernes, 8 de junio de 2012

¿Orgulloso de ser español?

El otro día, en la mesa:
-Papá, tú no es que estés muy orgullo de tu país, por las cosas que dices de él...
-Yo... eh, sí, bueno, sí.
- ¿Sí? A ver, ¿de qué estás orgulloso?
- De Cervantes.
Después de la carcajada general, traté de explicarme. ¿De qué se puede uno enorgullecer? ¿De nuestra habilidad para elegir políticos? ¿ de nuestra capacidad para gestionar el dinero? Perdón si me pongo amargo.

A lo mejor vale pensar en la selección española de fútbol, Fernando Torres dixit. Antes la "marca" de España se expresaba a través de los grandes de la literatura, la pintura o la ciencia. Es lo que llaman los historiadores "lugares de la memoria": se pueden encontrar en los nombres calles y plazas, aviones de Iberia, sellos de correos, estatuas... Ahora la posmodernidad ha desplazado esos motivos de orgullo a los grandes del deporte: Rafa Nadal, Iker Casillas o Pau Gasol. Cualquier día veremos aviones con sus nombres. Aerolíneas low cost.

A pesar de todo, a mí me parece que sigue siendo válido recurrir a motivos menos efímeros. Se puede estar orgulloso un tiempo de ser campeón hasta que dejas de serlo. Luego pierdes (como puede pasar en esta Eurocopa facilísimamente), y tienes que vivir de los recuerdos futbolísticos. Y, como no vuelvas a ganar pronto, ese recuerdo se vuelve cada vez más inútil y patético. Mejor, sí, otros lugares de la memoria más consistentes.
Claro que esto, como todo sentimiento patrio, es muy personal. ¿De qué me siento orgulloso? Creo que no fui muy claro en mi respuesta del otro día. Aquí va un lista un poco más completa:

el vino de Rioja y el gazpacho;
el fandango de Boccherini y el Concierto de Aranjuez;
la guitarra de Narciso Yepes y Paco de Lucía;
el Descubrimiento y las cosas buenas que se hicieron en América;
los Episodios nacionales (primera serie y la primera novela de la segunda)
la generosidad;
Velázquez y Goya;
Francisco de Aldana, capitán y poeta;
San Juan de la Cruz y Santa Teresa;
la desembocadura del Miño (esto, compartido con los portugueses);
la bahía de Cádiz, su luz, los pinos y los arenales que ya no existen;
el Escorial, Salamanca, Laguardia, Santiago de Compostela...
el idioma español, que es un don de Dios.

5 comentarios:

  1. Yo añadiría a esa lista a:

    Don Pelayo, Guzmán el Bueno, Rodrigo Díaz de Vivar, los almogávares, Isabel la Católica, Nebrija, Núñez de Balboa, Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Jiménez de Quesada, Juan Sebastián Elcano, Ignacio de Loyola, Carlos I, Felipe II, Juan de Austria, Lope de Vega, Quevedo, Góngora, Bernardo de Gálvez, Blas de Lezo, Agustina de Aragón, los guerrilleros españoles, Velarde, los defensores del Caney, los últimos de Filipinas, la Guardia Civil, la Legión Española, Marcelino Menéndez Pelayo, los mártires de la guerra del 36, los requetés, los voluntarios de Cáritas y mi familia.

    Seguro que me dejo a muchos en el tintero. Pero, en definitiva, la relación que le ofrezco es lo que viene siendo un perfecto ejemplo de la idiosincrasia española.

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  2. Alonso de Blanco se califica a sí mismo, en el perfil de su blog, como "tradicionalista y montañés, con todo lo que ello implica". Su lista no corresponde, como él cree y afirma, a "la idiosincrasia española", sino a la suya particular, tal como la pintan esos dos adjetivos. Por supuesto, recordarle que, como lo cuenta Andrés Trapiello en su prólogo a los diarios de Carlos Morla "por esos días [los del final de la guerra] tuvo lugar en la embajada de Panamá una lucha a muerte entre falangistas y requetés [asilados en ella], que hizo obligada la presencia de la policía roja para apaciguarlos", y el comentario del propio Carlos Morla ("es una vergüenza. Me da una idea también de lo que va a ser la España nacionalista"), recordarle eso, digo, o los comentarios a las atrocidades de esos mismos requetés que puede ver en su reciente libro de ensayo "Los vagamundos", como en cien sitios más; recordarle todo eso es inútil, porque es obvio que él ha decidido ver sólo lo que quiere ver. Por esa razón, por ejemplo, los hombres de la Institución Libre de Enseñanza no encuentran sitio en su "idiosincrasia española". Dice su admirado Chesterton, en su artículo titulado "El fanático" (que puede encontrar por ejemplo en la recopilación de título "Lectura y locura", Renacimiento, 2008), que "ateísmo, catolicismo y socialismo son filosofías totalmente plausibles, y no es en absoluto necesario que a nadie se le empuje, se le atrape o soborne para que llegue a adoptarlas, pues a cualquiera pueden convencerle". A juzgar por la evidente unilateralidad de su lista, no es una idea que él comparta; sólo entiende como propiamente "españoles" a una parte -la más tradicionalista; hay otras- de los que aceptan la segunda, no desde luego cualquiera de las otras dos. La realidad y la vida, amigo Alonso, son desde luego (y por fortuna) mucho más amplias, diversas y ricas de lo que sugiere su modo de mirarlas.

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  3. Todo eso es demasiado serio e intelectual. Lo español es más simple. Más visceral. Por enriquecer la lista yo añadiría por ejemplo la empanada de bacalao con pasas galega y las sardiñas "fritidas" con "pementos" de Padrón.
    Un abrazo,

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  4. ¡¡¡Brutal!!! Qué buen post.

    Mmmm... a mí también me enorgullecen Iker Casillas y Frenando LLorente.

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  5. Ser español -o ser de cualquier otro país- enorgullece a cualquiera por el hecho de haber nacido en ese sitio. Lo demás son las cuestiones menores, las que adjetivan el orgullo. Como dice Víctor, es algo más visceral. Desde luego estoy con pedrete en que de esto no debe brotar un sentimiento político o una forma de entender las cosas, por muy orgullosos que se esté de ello. Probablemente si se le pregunte a Alonso de Blanco si está orgulloso de la selecciónd e futbol español, diría que sí, y del gazpacho o de los callos, también. El naciomiento marca el orgullo de una persona, lo cual no siginifica que todos tengamos elmismo orgullo. Otra cosa es el sentimiento que le produzca ese orgullo, que es lo que parece que le tira al amigo Alonso. En todo caso a mi me pasa como a Javier, en un primer momento tienes que pararte a pensar de lo que estás orgulloso, porque sólo veo "cosas malas" para no estarlo.
    Yo estoy orgulloso de los muchos españoles, con nombre y sin nombre, que andan por el mundo haciendo cosas muy buenas.

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